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Inuvik es el final de un camino, una parada en el tiempo.
Durante los meses de verano, que allí dura poco, Inuvik es la última ciudad accesible por carretera de los Territorios del Noroeste: la afamada Dempster Highway.
La carretera tiene renombre porque cruza parte del Yukón y los Territorios del Noroeste hasta el delta del Río Mackenzie en un recorrido de más de 700 km. Esta "autopista" no está asfaltada y los muchos camiones que por ella transitan la dejan poblada de baches.
Alrededor de la Dempster hay bosques interminables y también tundra. De vez en cuando algún asentamiento humano y algún hotel de precio prohibitivo, lo cual no es sinónimo de lujo en estas latitudes.
Volvamos a Inuvik, la ciudad que está a unos 200km al norte del círculo polar ártico. Para llegar a ella hay que cruzar dos ríos, el Peel y el Mackenzie. En ambos casos un ferry hace el servicio los meses en los que los ríos no están congelados o desbordados.
En Canadá, pero sobretodo en el Norte, los que mandan no son los humanos, eso lo saben todos los nativos, pero pocos turistas. La que manda es la naturaleza, en toda su expresión y expansión. Y ella te dice cuándo puedes pasar y cuándo no. Así que en ocasiones Inuvik es accesible pero te atrapa. Lo puede hacer de varias maneras, es muy imaginativa. Y entonces lo que eran unas vacaciones empiezan a transformarse en unos días insólitos, en un inicio, y en un miedo real de quedarte atrapado a medida que pasa el tiempo.
Como un Doctor en Alaska retenido en contra de su voluntad, en el verano del 2016 nos quedamos "encerrados" en esta ciudad durante 11 días. La naturaleza así lo quiso y sólo cuando ella nos lo permitió pudimos regresar.
Durante esos días, en los que mi humor fue cada vez a peor, hice una serie de fotografías del entorno, de la ciudad y de la carretera, a veces sólo para distraerme del aburrimiento y el frío.
Ni por un momento en todos esos días dejé de pensar que Inuvik siempre sería una gran lección vital.
Ella y sus gentes.
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